Thursday, August 27, 2009

Manual de autoayuda Vol IV

En millones de ocasiones lo que mas nos puede salvar son las imagenes mas cotidianas, los actos mas sencillos y las cosas mas bellas.

Disfrutadlo

Tuesday, August 25, 2009

Manual de autoayuda Vol III

ESCRIBIR ES DEJAR DE SER ESCRITOR

Muchas veces me he visto obligado a contestar a la pregunta de por qué escribo Al principio, cuando era muy joven y tímido, utilizaba la breve respuesta que daba André Gide a esa pregunta y contestaba: «Escribo para que me lean.»

Si bien es cierto que escribo para que me lean, con el tiempo he aprendido a completar con otras verdades mi sincera respuesta a la pregunta de por qué escribo. Ahora, cuando me hacen la inefable pregunta, explico que me hice escritor porque 1) quería ser libre, no deseaba ir a una oficina cada mañana, 2) porque vi a Mastroianni en La noche de Antonioni; en esa película -que se estrenó en Barcelona cuando tenía yo dieciséis años- Mastroianni era escritor y tenía una mujer (nada menos que Jeanne Moreau) estupenda: las dos cosas que yo más anhelaba ser y tener

Casarse con una Jeanne Moreau no es fácil, tampoco lo es ser realmente un escritor. Por aquellos días, yo tenía una vaga idea de que no era sencillo ni una cosa ni la otra, pero no sabia hasta qué punto eran dos cosas muy complicadas, sobre todo la de ser escritor

Yo vi La noche y empecé a adorar la imagen pública de esos seres a los que llamaban escritores. Me gustaron, en un primer momento, Boris Vian, Albert Camus, Scott Fitzgerald y André Malraux. Los cuatro por su fotogenia, no por lo que hubieran escrito. Cuando mi padre me preguntó qué carrera pensaba estudiar -é1 tenía la callada ilusión de que yo quisiera ser abogado-, le dije que pensaba ser como Malraux. Recuerdo la cara de estupor de mi padre, y también recuerdo lo que entonces me dijo: «Ser Malraux no es una carrera, eso no se estudia en la universidad.»

Hoy sé muy bien por qué deseaba ser como Malraux. Porque ese escritor, además de tener una expresión de hombre curtido, se había construido una leyenda de aventurero y de hombre no reñido con la vida, esa vida que yo tenía por delante y a la que no quería renunciar Lo que en esos días yo no sabía era que para ser escritor había que escribir, y además escribir como mínimo muy bien, algo para lo que hay que armarse de valor y, sobre todo, de una paciencia infinita, esa paciencia que supo describir muy bien Oscar Wilde: «Me pasé toda la mañana corrigiendo las pruebas de uno de mis poemas, y quité una coma. Por la tarde, volví a ponerla.»

Todo esto lo explicó muy bien Truman Capote en su célebre prólogo a Música para camaleones cuando dijo que un día comenzó a escribir sin saber que se había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo: «Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y escribir mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil pero brutal.»

Así pues, yo en esos días no sabía que para ser escritor había que escribir, y además había que escribir como mínimo muy bien. Pero es que, por no saber, ni sabía que era preciso renunciar a una notable porción de vida si se quería realmente escribir Por no saber, ni sabía que escribir, en la mayoría de los casos, significa entrar a formar parte de una familia de topos que viven en unas galerías interiores trabajando día y noche. Por no saber, ni sabía que iba a acabar siendo escritor, pero un tipo de escritor alejado de la figura de Malraux, pues me esperaban aventuras, pero más del lado de la literatura que de la vida.

Pero escribir vale la pena, no conozco nada más atractivo que la actividad de escribir, aunque al mismo tiempo haya que pagar cierto tributo por ese placer. Porque es un placer y es -como decía Danilo Kis- elevación: «La literatura es elevación. No inspiración, les ruego. Elevación. Epifanía joyceana. Es el instante en que se tiene la impresión de que, en toda la nulidad del hombre y de la vida, hay de todos modos unos cuantos momentos privilegiados, que hay que aprovechar. Es un don de Dios o del diablo, poco importa, pero un don supremo.»

Hoy en día, con el auge de la nueva narrativa española, se dan entre nosotros dos tipos de escritores jóvenes, de escritores principiantes: por una parte, están los que no ignoran que se trata de un oficio duro y paciente, un oficio en el que se avanza en tinieblas y le obliga a uno a jugarse la vida, a arriesgar (como decía Michel Leiris) la vida como lo hace un torero; por otra parte, están los que ven en la literatura una carrera y buscan el dinero y la fama como primer objetivo de su trabajo.

No tengo alma de predicador y, además, no quiero desanimar ni a unos ni a otros, de modo que citaré de nuevo a Oscar Wilde, citaré ese consejo que le dio a un joven al que le habían dicho que debía comenzar desde abajo: «No, empieza desde la cumbre y siéntate arriba.» Gabriel Ferrater lo dijo de otra forma: «Un escritor es como un artillero. Está condenado, lo sabemos todos, a caer un poco más abajo de su meta. Por ejemplo, si yo pretendo ser Musil y caigo un poco más abajo, pues ya es bastante más arriba. Pero si pretendo ser como un autor de cuarta fila...»

Un escritor debe tener la máxima ambición y saber que lo importante no es la fama o el ser escritor sino escribir, encadenarse de por vida a un noble pero implacable amo, un amo que no hace concesiones y que a los verdaderos escritores los lleva por el camino de la amargura, como muy bien se aprecia en frases como esta de Marguerite Duras: «Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos.»

Plantearse escribir es adentrarse en un espacio peligroso, porque se entra en un oscuro túnel sin final, porque jamás se llega a la satisfacción plena, nunca se llega a escribir la obra perfecta o genial, y eso produce la más grande de las desazones. Antes se aprende a morir que a escribir. Y es que (como dice Justo Navarro) ser escritor, cuando ya se sabe escribir, es convertirse en un extraño, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. Escribir es hacerse pasar por otro, escribir es dejar de ser escritor o de querer parecerte a Mastroianni para simplemente escribir, escribir lo que escribirías si escribieras. Es algo terrible pero que recomiendo a todo el mundo, porque escribir es corregir la vida -aunque sólo corrijamos una sola coma al día-, es lo único que nos protege de las heridas insensatas y golpes absurdos que nos da la horrenda vida auténtica (debido a su carácter de horrenda, el tributo que debemos pagar para escribir y renunciar a parte de la vida auténtica no es pues tan duro como podría pensarse) o bien, como decía Italo Svevo, es lo mejor que podemos hacer en esta vida y, precisamente por ser lo mejor, deberíamos desear que lo hiciera todo el mundo: «Cuando todos comprendan con la claridad con que yo lo hago, todos escribirán. La vida será literaturizada. La mitad de la humanidad se dedicará a leer y a estudiar lo que la otra mitad de la humanidad habrá escrito. Y el recogimiento ocupará la mayor parte del tiempo que será así arrebatado a la horrible vida verdadera. Y si una parte de la humanidad se rebelase y se negase a leer las lucubraciones de los demás, mucho mejor. Cada uno se leería a sí mismo.»

Leyendo a los otros o a nosotros mismos, poco margen veo yo para estallidos bélicos y mucho en cambio para la capacidad de un hombre para respetar los derechos de otro hombre, y viceversa. Nada menos agresivo que un hombre que baja la vista para leer un libro que tiene en sus manos. Habría que partir a la búsqueda de ese recogimiento universal. Se me dirá que se trata de una utopía, pero sólo en el futuro todo es posible.

Enrique Vila-Matas

Friday, August 21, 2009

Ceño fruncido y ojos cerrados o Manual de autoayuda Vol II

Creo en las mañanas de verano
Creo en el sentimiento
Creo en los dioses sin nombre
Creo en la luz que brilla en tus ojos
Creo en el amor, cuando estoy cerca de ti
Creo en la suavidad de tu gesto
Creo en nuestro empuje de miradas
Creo en tu falsa sonrisa
Creo en tus verdades a medias
Creo en tus sucios juegos
Creo en el sonido lejano de tus pasos
Creo en el vacío de tu corazón
Creo en tu silencio
Creo en tus labios magullados
Creo en tus noches ausentes
Creo en el vuelo de tu espíritu
Creo en tu puerta cerrada
Creo en la miedo que escondes
Creo en la enfermedad que padeces
Creo en tu causa justa
Creo que no te has parado a escuchar las palabras sin eco
Creo que me das y me quitas la vida
Creo que me haces sufrir, llorar, existir
Creo en el canto del ruiseñor
Creo en el acorde que suena en tu corazón
Creo en el susurrar de tus palabras
Creo en la lágrima que nunca brota
Creo en el rigor de tu conciencia
Creo en la luna que nace del mar
Creo en la fusión de nuestras almas
Creo en el arte de mover tus manos
Creo que no hay nada para siempre
Creo me he quedado solo
Creo que nunca estarás dentro de mi
Creo que nunca estuve dentro tuyo
Creo en tu olvido
Creo en la memoria
Creo que volveremos a vernos
Creo que estarás a mi lado
Creo que te he querido demasiado
Creo que no me conociste suficiente
Creo que me he dejado llevar
Creo que no supiste viajar
Creo que para ti fue una aventura más
Creo que no lo valoraste
Creo que soy un títere
Creo que me muero de dolor
Creo que vivo de un recuerdo
Creo que no lo compartes
Creo que sueño siempre contigo
Creo que hablo a solas
Creo verte en cada mirada
Creo en la soledad
Creo en el ruido ensordecedor
Creo en las luces cegadoras
Creo en las palabras luminosas
Creo en el alcohol que enloquece
Creo en el humo del tabaco
Creo en el manto de púrpura
Creo en tu inocencia
Creo en tu maldad
Creo en tu sinceridad
Creo en tu mentira
Creo en el nuevo día
Creo en la inseguridad de algo nuevo
Creo en la torpeza de mis palabras
Creo en la confusión del momento
Creo en la debilidad de mi ser
Creo en la conducta animal
Creo en mis sentimientos
Creo en tus miradas perdidas
Creo en los antiguos retratos
Creo que no puedo olvidarte
Creo en ti.


Texto escrito conjuntamente por J.L. Andreu y C.Agustí el 16 de febrero de 2003
Inédito hasta la fecha en este blog, no en Folie a Deux

Wednesday, August 19, 2009

Manual de autoayuda Vol 1

Déjame una temporada en el limbo
Con mis dudas y caprichos;
Déjame solo y desconcertado
Y preguntándome ¿cómo ha sido?

Déjame que tenga mis pausas
Mis tiempos y mis arranques,
Déjame que no lo decida todo
En un simple instante.

Déjame decirte que esta incertidumbre
Es lo único que mata
Y todo es soportable,
Hasta las más duras batallas.

Déjame decirte que nada es como esperaba,
Que todo parecía un sueño
y todo se quedó en nada.

Déjame una temporada en el limbo
Y ya veremos que pasa.

Sunday, August 16, 2009

Millones de voces


Oigo millones de voces en mitad de la noche

Voces que se expresan, voces que llaman, voces

Que no entiendo, voces que disfrutan,

Voces que susurran.

Oigo millones de voces en mitad de la noche

Cuando solo debería oír mi aliento

Cuando solo quiero oír silencio.

Oigo millones de voces en mitad de la noche

Y son todos mis jodidos vecinos

A los que quiero matar

Saturday, August 08, 2009

Me voy


S
í, me marcho, lo he decidido, me voy; estas son mis últimas lineas; sé que volveré pronto,
tal vez mañana ya esté de vuelta, pero hoy escribo para marcharme, para partir; lo necesito; es por saneamiento mental; aunque nunca dejaré de estar sano, me inyectaron este virús que no muere ni me mata que es escribir; me lo inyectaron por varios frentes, por los amigos, por los libros, por los escritores que admiro y descubro día a día.
Querría que fuese un hasta la vista, pero va a ser un hasta luego, quisiese poder volver con las manos vacías y empezar de cero, me gustaría lavarme las manos como Pilatos y decir que lo dejo todo a vuestra voluntad; pero sé que no es así, que mañana o pasado puede que esté de vuelta o cuando el curso arranque yo arrancar con el.
Todo esto en el fondo es innecesario, sería suficiente con escribir dentro de un mes y no dar explicaciones, pero me las estoy dando a mi mismo, porque escribo para mi y lo publico para que me lean, pero no escribo para publicar, aunque no existiese viaje otoñal seguiría existiendo Carlos Agustí y seguirían existiendo los mails perdidos de "folie a deux" y seguirian existiendo los archivos "mis textos" y todos ellos ordenados por años; que son muchos ya escribiendo de manera reguralar, aunque siempre son menos de los que me gustaría, hay tanto que leer, tanto que expresar, que escribir.
Y pese a que asumo los acontecimientos con paciencia y asumo que las cosas vienen y van, hay ciertos actos que te hacen pensar lo complejos que llegamos a ser, lo dificil que es vivir en este mundo cuando no encuentras lo que buscas, cuando vas mas allá de las palabras, cuando tienes millones de "pájaros en la cabeza".
Sigo parado y viendo la gente pasar, pero cada vez hay mas y mas peso y presión en mi cabeza, añgo me dice que es necesario bajar y parar, no necesito mas presion externa, es suficiente con lo que hay dentro de mi.
Supongo que algunos lo entendereis y otros no, eso ya da igual, es una decision tomada que puede durar un día, un mes o tres.
Pero aunque me marche, volveré.
besos y aplausos